Como sabéis mi ensayo era una crítica hacia el uso desmesurado de las nuevas tecnologías en el ámbito educativo. De esta manera, tenía vetada la utilización de éstas, de modo que mi entrega del ensayo el 1 de junio fue en mano, ya que mi escrito fue realizado a mano, con libertad para elegir dónde y cómo. Así, mi ensayo fue escrito en papel cebolla, cosido a mano con lana y escrito de pe a pa a mano, con rojo, para que llegase a ser incluso, más simbólico.
De este modo, adjunto una serie de fotos que corroboran este hecho, y que se corresponden con cada una de las páginas de mi ensayo escrito.
No obstante y ante el hecho de la creación de un libro, por parte de nuestro profesor Angel, con la recopilación de todos los ensayos, me he visto obligada a subir la edición digital del mismo. De esta manera podréis echar un vistazo a lo que cuento.
ENSAYO ESCRITOEn el individuo todo surge a partir de un por qué. Un porqué que puede ser implícito, o interés, o puede ser extrínseco, que existan incentivos para buscarlo.
De alguna u otra manera, la educación artística fomenta ese pensamiento, esa búsqueda de porqués a lo largo de la vida de una persona, fomenta su capacidad de creación, de pensamiento libre y activo alejado de las posturas normativas o los convencionalismo, incluso del llamado borreguismo que promueve Vicente allá donde va.
En primer lugar, me gustaría destacar el hecho de que la educación artística es una materia abierta, se podría equiparar a la libertad, al pensamiento libre, a la reflexión, a la crítica y al posicionamiento porque, en mayor o menor medida todo tiene cabida dentro de ella. En esta disciplina no se tiene porqué buscar la “verdad absoluta” como en matemáticas o física, sino que tiene lugar todo lo contrario, la no verdad… O tu verdad, la cual puede formar parte de lo que se entiende por absoluta, o por el contrario ser tan íntima que sólo tú comprendes qué significado encierra.
La educación artística puede tender al interrogante o a la evidencia que da risa, puede ser sutil o tan voraz que es capaz de morder si pestañeas en un sólo momento, o puede ser tan simple o tan compleja… que como se les suele decir a los niños; “Píntalo cómo tú quieras”. Por ello, hablando de apertura o libertad, el límite, por antagonismo, estaría en la imaginación o el pensamiento de cada uno, de cada mente individual.
De esta manera la disciplina resulta asequible para todos, no excluye a nadie. Es más, integra y aúna a personas con la misma visión, a otras las coloca en otro lugar diferente, formando un gran conjunto donde todos tienen cabida.
Por otro lado sabemos que, el arte ha estado relacionado con el ser humano desde tiempos muy remotos. Le otorgó al hombre un modo de expresión y de comunicación, el cual se manifestó en todas sus actividades, porque fue utilizado invariablemente en distintas situaciones. A través de la historia fue evolucionando hasta lo que hoy en día conocemos. La arquitectura, la música, la danza, la escultura, la pintura y el teatro de las diferentes épocas enriquecen hoy nuestra vida y nos hablan de lo que fue el pasado. El arte se presenta, de esta manera, como un lenguaje universal.
Por ello, la educación artística debe estar contemplada en cualquier aspecto de todo individuo, ya que nos facilita la comunicación, la expresión de sentimientos, sensaciones o emociones que son difíciles o imposible con palabras.
Hay que servirse de la educación artística para fomentar otros aprendizajes, otras materias que pueden resultar aburridas o insignificantes para los dominios de la autonomía humana, pero que sin duda son necesarios, por ello, esta disciplina en sí puede ser fuente de vida de aprendizajes rudos e inanimados.
Bajo el cálido matiz que aporta la educación artística quisiera introducir el tema que aquí me ocupa y me preocupa, por qué no decirlo así. El uso desmesurado de las nuevas tecnologías para la adquisición de ciertos aprendizajes.
Analizando y comprendiendo que la intencionalidad de la disciplina de educación artística alberga en su esencia el fomento de la reflexión, del análisis razonado y lógico de la subjetividad, en definitiva, del pensamiento del ser humano, cabe preguntarnos si las nuevas tecnologías comparten esta misma premisa. Desde mi punto de vista, no.
¿Qué es lo contrario a detenerse en el pensamiento? ¿Qué es lo contrario a ser reflexivo? En definitiva supone convertirse en un ser práctico. Pues bien, el uso de las nuevas tecnologías promueve el hecho de crear una vida más fácil, más rápida, incluso, en el sentido de que nos hace disponer de más tiempo para nosotros mismos, pero sin duda desde la perspectiva de la praxis. Se puede señalar que la utilización continuada de los medios tecnológicos nos convierte en “seres prácticos” cuya meta en la vida es no complicarse la cabeza, no indagar o buscar un porqué si no es porque se ha colgado el internet o se ha ido la luz.
Estamos de acuerdo que las nuevas tecnologías han evolucionado, que nos hacen la vida más fácil, útil y entretenida. Nos forman, nos abren un campo amplísimo de posibilidades destinadas a todos los públicos. Ya seas músico, padre de familia, alumno o profesor…
Desde luego que como herramienta resulta imprescindible en la vida cotidiana de la humanidad al completo. Los seres humanos aprendemos, unos de una manera y otros de otra muy diferente. La forma en que tendemos a aprender también viene marcada por la herramienta que utilicemos o el producto que queramos obtener, desde luego. Pero sin duda, el uso de las nuevas tecnologías, como el ordenador, como todos esos utensilios que se resumen a un mero “click” o un leve giro de ruedita, nos clasifican, nos hacen sentirnos como una máquina, incluso se puede decir que desde esta perspectiva somos utilizados como ratas de laboratorio que simplemente tienen que apretar palancas o recibir descargas a cambio de fallos en la red o en el servidor, resumiendo este aprendizaje al ensayo o error.
Mi intención no es decir que la práctica sea mala, de ninguna manera, lo único que considero es que a lo que se resume la práctica es un tanto vanal, que incluso su conocimiento se puede obtener de otra manera, pero que desde luego que si no se prueba, no se consigue nada. De alguna manera este es el eterno debate educativo con respecto a las horas de teoría o a las horas de prácticas, a la metodología llevada en clase con respecto al profesor… de alguna manera entiendo que no se pueden anular ninguna de las dos, y que han de complementarse con el único sentido que servir al ser humano para su desarrollo vital. No deben menospreciarse, de manera que no se pueden descatalogar una a la otra porque ambas se necesitan.
Pero volviendo a la idea inicial, se debe fomentar el pensamiento libre, la idea de que siempre se puede ir más allá. Valores que deben de mantenerse en la escuela y que son concebidos por varias asignaturas del currículum, entre otras la materia de artes plásticas, como anteriormente he señalado. Valores que se han de educar desde todos los ámbitos, y con todas las herramientas de las que se disponga. Lo que va cambiando a lo largo del tiempo. Como el caso de las nuevas tecnologías, de las cuales se sirve el profesorado para educar a sus alumnos, pero que privan a éstos de las sensaciones y sentimientos que suscitan la metodología y el debate con el profesor. El trato personal no se puede perder, ya que relegar el contacto a un mero cable resulta frio y poco enriquecedor, poco se puede desprender y asociar a este aprendizaje despersonalizado, sin estructura y sin carácter.
Intento explicar el hecho de que no se pueden dejar a una maquina las sensaciones, los pensamientos, las reacciones que comporta el hecho de interaccionar con lo que nos muestra un objeto estático y frío. Es decir, no podemos comparar la información que obtenemos del contacto físico in situ de un medio, el campo o la cuidad, por ejemplo, a la acción ilustrativa del google earth, aunque que “aprendamos” mucho, y nos informe.
Vivimos en la era de la información. Pero no se puede equiparar de ninguna manera al hecho de tratar con ello de tu a tu, un cara a cara. Porque lo que debemos tener claro es que la tecnología es un mero medio, de ninguna manera comporta un aprendizaje en sí mismo, y mucho menos una huella de identidad propia.
Y con esto me refiero al hecho de fundamentar el aprendizaje sometido a las nuevas tecnologías. No se debe abandonar el fomento de la escritura, de su desarrollo y destreza, no se debe arrinconar el estilo propio con estructuras o fuentes preestablecidas, donde puedes sentirte más o menos identificado pero nunca definido, como una imagen desenfocada que deja entrever contornos y percibir limites difusos que nunca se tocan o se dejan ver al completo. Lo que hay que hacer, como mucho, es leer unas instrucciones y saber lo que dicen sin el ánimo de que puedas avanzar con ello en algún sentido y mucho menos en el propio pensamiento. Desde luego que es el futuro pero no por ello se deben de descuidar otras cualidades humanas que no han de perderse nunca, ni por el mero hecho de evolucionar.
Hablo de un aprendizaje basado en la despersonalización, de la deshumanización en pro de la persona-máquina.Un aprendizaje basado en la práctica, en la utilidad convencional y establecida, con límites claros y marcados, donde el pensamiento y la imaginación quedan relegados a las imágenes que tu navegador te puede mostrar de la palabra amor.
¿Acaso no somos conscientes de que el uso de las nuevas tecnologías promueven la ley del mínimo esfuerzo? Engañados estamos si pensamos que esto no es cierto.
Se sabe que esta ley ha dejado de ser propia de los adolescentes para volverse o convertirse casi en la norma de una sociedad cada vez menos creativa. Una norma que puede llevar al fracaso, ya que no se busca el avanzar en cada labor o meta que nos propongamos, sino tan sólo el mero trámite de completar, de rellenar copiando y pegando todo aquello que nos pueda resultar útil para nuestro trabajo, sin importarnos si verdaderamente es nuestro o nos convencemos porque otros lo digan. Con esto no se muestra ningún intento de auto superación, de indagación de porqués, de llegar a nuestro pensamiento profundo y fundamentado basándonos en nuestra propia lógica. Desde mi punto de vista, esta acción no puede desembocar en la constitución de una persona madura, autónoma e independiente, que debería de ser respaldada por la educación, y no por la generación de personas-máquinas que no deciden por sí mismas, llenas de limitaciones en todos sus pensamientos y relegadas al punto de meros observadores y consumidores sin cuestionarse si es verdadero lo que se promulga.
No se puede dejar la educación de un niño en manos de una máquina imperfecta, creada ella gracias a los conocimientos y el aprendizaje del hombre, un ser casi perfecto que no debe confiar plenamente en que esa máquina lo sea.
Concluiré por tanto señalando que, la educación de un individuo, comenzando desde su niñez hasta su senectud, va pasando por diferentes etapas, como es bien sabido. De esta manera pienso que, no se pueden promover aprendizajes vacíos que consten de contenidos abstractos que se resuman tan si quiera al uso de una tecla. Quiero decir con esto que el proceso de aprendizaje de la persona debe ser cuidado y mimado, tenido en cuenta día tras día ya que esto le hará libre. No una libertad que se fundamente en una maquina o en un “clik” de ratón, sino la libertad de pensamiento, de aprendizaje construido en base a la reflexión, donde aprendizaje y libertad se podrían equiparar.
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